jueves, 26 de agosto de 2010

Kuky


Nadie me entenderá, o muy pocos lo harán pero necesito ahora escribirte algo, expresar en un folio en blanco todo lo que siento por ti aunque no te lo haya dicho nunca. Muy precipitado, quizás, muy rápido lo haré, no saldrá como te mereces pero te lo debo.


Llegaste a mi vida en un momento que lo necesitaba, me sentía poca cosa y sin un futuro y tú lo llenaste de sonrisas. Tardé en convencer a mi madre, pero al final lo conseguí aunque para ello tardara 2 meses.
Todas las mañanas te iba a ver, a ti y a tus hermanillas, porque al final eras todas hermanillas y recuerdo que nunca querías jugar conmigo y sí lo hacía el resto. Con un trocito de cuerda, un cachito de plástico, cualquier cosa valía para entretenerme en aquellas mañanas tan amargas para mí.
Al final la convencí, recuerdo que fue una noche que llovía mucho y hasta se fue la luz; cogí un diccionario y lo abrí al azar y apareció la letra “K”. Ya sé que fui poco original que no pensé demasiado pero me gustaba ese nombre y sobre todo me gustaba para ti.


A la mañana siguiente llevé a Pablo al cole y me fui a casa de María, “Mi madre me deja llevarme uno pero tiene que ser un macho”. Yo para los primeros que me acerqué fue a tus hermanas, al final María te cogió “pues este el el único machillo” y recuerdo que al ir a cogerte pegaste un salto y caíste al suelo, parecía que eras el “ojito derecho” de Diana tu madre, de hecho eres igual que ella lo que pasa que ella era gris y blanca y tú blanco y negro.
Al soltarte en casa te fuiste para la cocina e intentabas saltar a la encimera, pero eras tan chiquitillo que no llegabas, tenías tanto miedo.
Fuimos y te compramos una canasta y te la colocábamos por las noches en el sofá y cerrábamos la puerta del pasillo. Así fue hasta que llegó carnavales y como Dani tenía la luz del cuarto de papá y mamá encendida y tú veías claridad, llorabas y llorabas, hasta que abrí la puerta y acabaste en mi cama . Esa fue la primera vez y no has fallado ni una sola.
Jugaba contigo y poco a poco me fui olvidando de los problemas. Me hacías reír y pasármelo bien.
Aprendiste a guiñar los ojos como yo te mandaba, a jugar a ser portero de fútbol, a ponerme la carita o la cabeza para peinarte con el peine, incluso a pedirte un besito y dármelo cuando querías que te dejase en el suelo…
Me llamabas cuando iba a sonar el despertador para ir a la universidad, me esperabas en la puerta el primero cuando volvía. Reconocías mis bajadas de azúcar e intentabas hacerme reaccionar cuando estaba lacia, si llegaba la ambulancia esperabas paciente debajo de la mesa a que se fuesen para venir a “hacerme el helicóptero” y subirte y darme besitos en cuanto se iban.
Te encanta que te dé mortadela o jamón cocido (aunque digan que no es bueno para ti), y en los cumples, Navidad, o Reyes te encantan las latitas especiales que te regalo, tanto es así que después no quieres de las otras y mi madre me regaña.
Cuando fui a Galicia de viaje de fin de carrera fue a ti al que eché de menos y por lo que me contaron llorabas cada noche esperándome, a mi regreso esperé a ver tu reacción, me vistes y estuviste luego una hora sin hacerme caso y por más que te llamé me ignoraste( quisiste así castigarme por haberte dejado una semana solito).
El pescado te vuelve loco, pero claro, sin espinitas porque aún recuerdo la del boquerón que te llevó al veterinario y casi al quirófano.
¡Y el chaquetón de 2 euros!¡Cómo nos envenenamos los dos con la bolsita! Aunque tú estuviste mucho más grave y te tuvieron que pinchar y todo.
Pero creo que lo peor para ti fue la llegada de Love, te quitó tu lugar aunque en el fondo sé que le quieres un montón. A él sí le dejan subirse a las ventanas, y hacer un poquillo el gamberrete y a ti nada de nada.
Sé que la gente no entenderá nunca cómo puedo quererte tanto pero yo sí. Te agradezco que me escuches, que me quieras con todos mis defectos y que siempre estás a mi lado en mis momentos difíciles y sin pedirme nada a cambio.
Esto de ahora no me lo esperaba, ha sido un palo muy gordo, sé que tenía que haberme hecho el cuerpo pero no lo he hecho. No me lo he esperado y quizás sea eso por lo que me duela tanto. Solo quiero decirte una cosa y que se entere todo el mundo (también los que se rían):

QUE AÚN NO TE HAS IDO Y YA TE ECHO DE MENOS. Te quiero un montón Kuky.

martes, 24 de agosto de 2010

Por ti


Si me pidieses que convirtiese el agua del mar en dulce, lo intentaría. Si me pidieses mover el mundo en sentido contrario, lo intentaría. Si quisieses descansar tu cabeza, una nube te bajaría para que lo hicieses. Si quisieras que contase los granos de la arena de la playa, me pondría día y noche a contarlos. Si te hiciese falta mi sangre, te daría hasta mi última gota. Si te hiciese falta aire, te daría todo mi oxígeno.

La fábrica de chocolate



Existe una noticia o información curiosa, la cual hay que compartir.


Científicos de todo el mundo han investigado un tipo de chocolate que es creado en muchísimas fábricas.
Este nuevo chocolate tiene una serie de características que lo diferencian del resto de chocolates como es , por ejemplo, su color. No es el típico chocolate de color marrón claro(el de leche) ni el marrón oscuro( el negro), al que más se aproxima en su color es al chocolate blanco aunque su color tiene una serie de matices(no tiene ese tono amarillento es más blanco) y su textura también es distinta.
Otra característica es su sabor. Personas que ya lo han probado han expresado que no tiene siempre el mismo sabor, sino que suele variar dependiendo de lo que se haya ingerido previamente, es decir, si se ha tomado algo salado este chocolate adquiere sabor salado, lo mismo ocurriría si tomásemos alimentos dulces como pasteles, nata que adquiere este dulzor.
También resulta atípico que aunque contenga alrededor de 1000 Kcal no aporta los típicos “kilos de más” ya que tiene cierto efecto como el que producen las bebidas energéticas tipo “red bull” porque el sujeto que lo prueba siente una imperiosa necesidad de subir y bajar a la fábrica para obtener más suministro de este chocolate con lo cual este ejercicio físico hace que su ingestión no nos haga engordar.
Tampoco produce como el chocolate de siempre esas molestas espinillas, todo lo contrario se ha investigado que deja la piel mucho más tersa y suave.
Existen muchas fábricas de este tipo de chocolate aunque con sus identidades propias: las hay que fabrican mucha cantidad de este chocolate, las hay con muchos trabajadores, otras con trabajadores flojos, con mucha altura o que están en terrenos más anchos, pintadas sus fachadas de color rosa, marrón o amarilla… todo depende de la fábrica pero todas suelen crear el mismo tipo de este chocolate ya está en gustos de cada persona si se prefiere más una fábrica u otra.

Así que ya sabéis si queréis probar este tipo de chocolate nada más que tenéis que poneros en contacto con una de las fábricas que lo produzcan y ya me diréis qué tal os ha ido y si es “tan especial” como podemos desprender de la información de los científicos.

Ojalá que os haya gustado esta información que os he aportado, espero vuestros comentarios al respecto.

miércoles, 11 de agosto de 2010

Su pigmalión




Entró en su estudio de trabajo. Se colocó su bata blanca que por mucho que la lavase conservaba las manchas de barro de sus anteriores creaciones. Cogió el taburete, ese que tanto le acompañaba. Alargó la mano y acercó su mesita de instrumentos para comenzar a trabajar: buriles, gubias, formones, escoplos, cinceles… y con sumo cuidado retiró la sábana que la cubría.
Era bella y hermosa para él. La intentaba crear a su antojo. Buscaba que fuese perfecta, la mujer ideal. Nunca ninguna creación anterior le había costado tanto como esta. Cada día que pasaba se encontraba con un imprevisto que trataba de solventar pero que al día siguiente era acompañado por otro.
Su escultura se le revelaba, parecía que no quería que no quisiese que la terminasen de crear.
Buscaba su forma, cincelaba con sus herramientas su figura. Intentaba entrar en su mente para poder crearla con una sonrisa pero que esa sonrisa siempre se le resistía, con su formón se la dibujaba pero a los pocos segundos desaparecía.
Su creación no era feliz, algo en su interior la atormentaba y su pigmalión no podía hacer nada para solucionarlo. O quizás su forma de trabajar en este caso no era la más adecuada pero no encontraba otra con la que realizarla.
“Háblame, dime qué te preocupa, qué te impide ser feliz y mostrarme tu sonrisa, bella criatura” (le imploraba) pero evidentemente no obtenía respuesta por más que se lo gritaba.
Así pasaron varios meses y por mucho que lo intentó no hubo manera de que su rostro reflejase la alegría, el pigmalión se sentía frustrado, cada vez se sentía con menos fuerzas y no le quedaban ganas para seguir trabajando con Ella.
Hasta que una mañana al quitarle la sábana y destaparla, descubrió que se había deshecho, estaba tirada en el suelo y su rostro, ese rostro que tantas veces intentó que albergase una sonrisa llevaba dibujada dos lágrimas que recorrían su bello y hermoso rostro.

“No eras feliz ¿no? Pero nunca llegaste a confesármelo aunque sí a tu manera”.
Cogió su cincel y con él se atravesó el corazón. La vida no tenía ya sentido sin su creación se sintió vacío y frustrado por no poder haber conseguido hacerla sonreir.

martes, 10 de agosto de 2010

Menos mal


Menos mal que estás ahí para escucharme. Menos mal que estás ahí para apoyarme. Menos mal que por lo menos te tengo a ti.
Necesito tu presencia. Necesito tus abrazos. Necesito ver dibujada tu sonrisa. Necesito escuchar tu risa cerca de mi oído.
Tienes los ojos por los que miro. Tienes ese no sé qué que me hace seguir en pie. Tienes el mapa del mundo que debo seguir en la ruta del viaje de mi vida.
Quiero dejar mi vida entre tus brazos. Quiero amanecer cada día entre ellos. Quiero ser la protagonista de una de esas empalagosas historias de amor.
Haces que las estrellas brillen con más luz en un cielo oscuro. Haces que la luna refleje toda su belleza para mí. Haces que cada día sea primavera.
Lo que ha de ser será, hay que dejar actuar al tiempo aunque me cueste la vida.
Menos mal que por lo menos te tengo a ti.

¿Qué siento?


Indiferencia, dolor resignación… Mis labios no pueden expresar lo que siente mi cabeza.
¿Dudas? Son una posibilidad.
¿Tristeza? Es la que embarga mi corazón en estos instantes.
¿Frustración? Puede, pues nada de lo que me propongo o digo sirve.
Mis palabras hechas gritos, salen de mi garganta a toda velocidad pero impactan en un gran muro. Rebotan, rebotan y chocan contra mi cara. Vuelven a salir y ocurre lo mismo. Así una y otra vez. No lo entiendo, parece que estoy sumergida en uno de esos castigos que imponían a los dioses en la mitología.
Booom, booom, el martillo golpea el yunque. Booom, booom, golpe tras golpe mi corazón se va dañando. Booom, booom booom…
Dibujo en mi rostro que no pasa nada aún sabiendo que el dolor y el sufrimiento me embarga. ¿O es indiferencia? ¿O es resignación?
Indiferencia sé que no lo es ya que si no resbalaría lo que me llega y no entrarían en mi ser ni me arañaría las entrañas.
Resignación quizás sí, que aún sufriendo me conformo y no hago nada por evitarlo.
Quizás me lo merezca. Quizás sea ese el paso que deba pagar para atravesar el gran lago que tengo que cruzar; pero el camino va dejando demasiados cristales que se me clavan y hacen que sangren mis pies.
Puede que no llegue a cruzar el gran lago porque acabe desangrándome.

domingo, 8 de agosto de 2010

Noche

Se encontraba frente a la pantalla del ordenador sin saber muy bien lo que hacía. Necesitaba desahogarse y no encontraba la manera de conseguirlo, y sin más, se limitaba a escribir una palabra detrás de la otra sin que tuviesen sentido ninguno.


Era ya tarde y al día siguiente tenía que levantarse temprano para trabajar pero no podía separarse de la pantalla del ordenador, sus dedos permanecían pegados al teclado, las palabras brotaban de sus dedos sin parar pero sin coherencia alguna, como intentando tomar sentido por ellas mismas en la pantalla, buscando su propia ubicación dentro de las oraciones.

Ni se acordaba que no había cenado solo había bebido agua de una botella que permanecía perenne al lado del ordenador. Cada vez se encontraba más nervioso, no encontraba la solución a su problema, las palabras seguían saliendo a borbotones. Sabía que nadie leería aquello, que estaba escribiendo para él pero por lo menos eso le ayudaría, sacaría lo que le agobiaba y se quedaría olvidado en aquellas líneas de aquel documento.

Había traicionado a un amigo. Había roto la barrera que da la confianza. Había hecho el idiota. Había sido un imbécil pero ya no podía dar marcha atrás. Deseaba volver a la infancia, a los cuentos que le solía contar su madre a los pies de su cama donde los magos y las hadas con el solo gesto de mover una varita mágica solucionaba los problemas pero eso ya no era posible, ya era un adulto una persona madura ( o eso decían) capaz de pensar dos veces las cosas que hacía. Menos esa vez, esa vez no lo pensó y metió la pata y la hundió hasta el fondo y se sentía fatal por eso no se retiraba del ordenador necesitaba hacer retroceder el tiempo y se le escapaba de las manos.

Necesitaba aire, se asomó a la ventana y vio que había luna llena y encontró la solución: tomó impulso e intentó alcanzar la luna con sus dedos...

viernes, 6 de agosto de 2010

Destrozar

Quiero salir a romper farolas. A destrozar escaparates. A darle patadas a las papeleras. Así no soluciono nada pero por lo menos encuentro desahogo.

Quiero lanzar piedras con todas mis fuerzas en contra del aire. Gritarle a una montaña toda mi ira.

Me gustaría salir para comerme el mundo pero con mordiscos envenenados que causasen dolor, que hiciese heridas profundas y que tras hacerlo sintiese el placer de sentir las gotas de sangre cayendo por mi cuello.

Cojo la bandolera, busco mis llaves, abro la puerta y el despertador me levanta del sueño.

jueves, 5 de agosto de 2010

Arena y sal

Su paso era lento, cadencioso, midiendo cada centímetro que movía sus caderas. Parecía que levitaba, que su cuerpo era de pluma, que no pesaba; ligereza señorial.


Dejó su bolso sobre la arena e inclinó su tronco para abrir la cremallera, con tal parsimonia que el tiempo parecía que estaba detenido. Sacó su toalla turquesa que hacía juego con sus iris profundos como el infinito. La extendió sobre la arena. Cruzó los brazos sobre su pecho, sujetó la parte baja de su volátil vestido y se desprendió de él. Dejó al descubierto su blanca piel que hacía contraste con la negrura de su larga cabellera a la que liberó de la pinza que la sujetaba cayendo lenta y suavemente por sus hombros y su sedosa espada. Se desprendió también de la parte baja de su bikini dejando su cuerpo completamente desnudo e indefenso bajo los rayos del abrasador sol.

Se tumbó sobre la toalla y cerró los ojos, parecía que estaba sumida en un profundo sueño, no se movía. Poco a poco empezaron a aparecer sobre su piel gotas de sudor que iban humedeciendo cada tramo de su piel.

Colocó la mano derecha sobre su pecho, la palma de la mano se deslizaba suavemente por la curva de sus senos. Las gotas de sudor ayudaban a que le movimiento fuese más deslizante. Pronto la mano izquierda ayudó en su trabajo a la derecha y ambas se pusieron a masajear los firmes senos de esta sirena que había surgido en mi playa…

Parecía que estaba cada vez sintiendo más placer, su boca le delataba, mordía con fuerza su labio inferior y elevaba su espalda de la toalla y la volvía a bajar. La mano derecha comenzó a dibujar su cintura, su ombligo, llegando a su delicado pubis, perfectamente depilado. La palma de la mano acariciaba suavemente la zona una y otra vez… una y otra vez…

Juntó los dedos índice y corazón y tranquilamente los mojó en su boca llevándolos de nuevo a la puerta de su cueva. Los introdujo dentro de su ser. Los entresacaba siguiendo una banda sonora que dejaba ser oída por todos volviéndolos a introducir. Su boca comenzaba a emitir gemidos que provenientes de ella eran música celestial. Ladeaba la cabeza llena de todo el placer que la embargaba. Los dedos se le deslizaban sabiendo lo que buscaban y reconociendo el camino recorrido en muchísimas otras ocasiones…

La suave cadencia del principio cambió a una locura desenfrenada, los dedos parecía que no le pertenecían, ella se movía alocadamente en la toalla, los gemidos silenciosos pasaron a gritos llenos de placer… Estaba empezando a empezar a rozar el cielo con la yema de los dedos, cada poro de su piel estaba recubierto de sudor unido al perfume de las feromonas desprendidas por su ser. Las piernas estaban completamente abiertas, estaba extasiada de placer. De repente fui testigo de aquella explosión maravillosa, perfecta, sublime, como me hubiese gustado poder estar más cerca para recoger cada gota de aquel delicioso néctar de los dioses, diosa en este caso.

Quedó su cuerpo lacio tras aquella genial batalla. Cinco minutos más tarde abrió los ojos azul mar, se sentó en su toalla, abrió un botellín de agua y se lo bebió casi entero. Se levantó se colocó el vestido dejando su cuerpo desnudo bajo él, guardó su toalla, se colgó el bolso y comenzó su cadencioso paso de regreso a su nube porque iría de regreso al cielo.

Todas las tarde voy a la misma playa esperando volver a encontrarme con esta diosa mortal que apareció aquella calurosa tarde y me hizo creer que el paraíso existía realmente.

miércoles, 4 de agosto de 2010

Quisiera...

Quisiera componerte la mejor de las melodías, pero soy incapaz de colocar una sola nota en el pentagrama al sentir tu olor cerca de mí.


Quisiera dedicarte un libro entero de poesías, pero me quedo en blanco y las rimas y metáforas se me resbalan de entre los dedos cuando estoy entre tus brazos.

Quisiera dibujarte el mejor de los paisajes, pero me quedo ciega y no veo más belleza que la que tengo a tu lado.

Vivo en un sueño cuando estoy rodeada por tus brazos y siento el roce de tu piel; y si no es un sueño en realidad no quiero despertarme nunca.

Sueño en voz alta en cada momento. Me siento la protagonista de un cuento de hadas. Soy muy feliz aunque solo lo deje para mí y no lo exprese al mundo ni a ti.

Me encanta contemplarte, recrearme en cada parte de tu cuerpo, hacer que entren por mis pupilas todo tu ser para tenerte dentro de mí y así no poder perderte jamás y recordarte en cada segundo.

Quisiera siempre para mí: el roce y el tacto de tus manos, tu sonrisa pícara, el verde de tus ojos… No podría elegir ninguna parte porque las quiero todas para mí.

Quisiera ser para ti compositora, poeta, pintora pero soy incapaz de crear la obra de arte que te mereces, porque yo ya encontré la obra perfecta y la estoy viviendo junto a ti.

La reina de la pista

Deja de mover la cintura al ritmo de la música para los demás en esta discoteca. Acércate y baila solo para mí. Que mis manos se deslicen por tu cintura y bajen lentamente por tus caderas. Que tu cuerpo se contonee entre mis brazos al compás de la música solo para mí. Que me embargue tu sonrisa. Que tu pelo roce mi cara cuando muevas tu cuello. Que me quede dormido entre la fragancia de tu piel. Que sea yo quien vea el color miel de tu mirada cuando abras los ojos tras “llenarte “de música. Déjame sentir cómo se te eriza la piel cuando te rozo con la yema de mis dedos. Shhhh. Silencio dibújame tu cuerpo contoneándose solo para mí. Conviértete para mí en la reina de la pista.

Lo consiguió

Se sentó en aquel banco. No solía hacerlo casi nunca pero en esta ocasión lo hizo. Juntaba sus piernas y las separaba con nerviosismo. Apoyaba sus manos en los muslos y las retiraba. Miraba a su derecha y a su izquierda pareciendo buscar algo que no llegaba a encontrar. Trataba de llenar sus pulmones al completo de oxígeno, y lo soltaba lentamente, cerrando los ojos. Sacó de una bolsa la botella de agua que acababa de comprar en un supermercado. La destapó y sin darse cuenta se la bebió de un solo trago. Jugueteaba con sus pies, los levantaba y los volvía a bajar; los entreabría y los volvía a cerrar. Bufaba se mesaba el pelo…


No sabía qué hacer ya para tranquilizarse, se encontraba inquieto aunque en el fondo tampoco quería dejar de sentirse así porque sabía el origen de tal situación.

Fue la primera vez que la había visto de diferente manera. No lo podía llegar a entender si se llevaban conociendo un montón de tiempo cómo podía haber ocurrido tal cosa. Eran amigos, o algo más que amigos y no se habían dado cuenta antes o lo habían ocultado hasta entonces. En fin, quizás todo el mundo al final lo comprendiese, aunque fuese una situación atípica y fuera de lo normal.

“Que no, que no, es lo que tenía que haber hecho hace mucho tiempo, si el cuerpo me lo estaba pidiendo lo que no me explico es cómo he tardado tanto…”

Volvió a mirar a su alrededor por si se acercaba alguien. Escuchó unos pasos acercarse pero no le inquietaron. Escuchó susurros que se le acercaban… cada vez estaban más cerca de él, más cerca… más cerca.

-Lo sentimos pero nos debe acompañar. Le dijeron.

-¿A dónde?-Preguntó.

-A comisaría. Ha sido usted denunciado por intento de asesinato y todas las pruebas están en su contra. Alargue sus manos que tenemos que colocarle las esposas.

Levantó sus manos y se las acercó. Lo esposaron. Al colocar sus manos en la espalda dejó al descubierto la camisa que estaba completamente cubierta de sangre, fiel reflejo de lo que había cometido. Se encogió de hombros y caminó con la cabeza alta, orgulloso por el crimen que había cometido contra su mejor amigo.

La primera página en blanco

Estoy aburrida, las paredes de mi habitación cada vez están más juntas y me atrapan. Hace una bella tarde de primavera y me decido a salir, no sin antes coger mi pluma y mi libreta para escribir en ella mis impresiones, lo que me vaya surgiendo en mi cabeza.


¿Parque, paseo, playa…? Gran dilema. Me decido por esta última, quizás el sonido del oleaje contra las rocas ayuden a despejarme.

La playa no queda muy lejos de mi casa, una ligera caminata y ya estoy allí. El sol deja sobre mi piel su calor; es agradable y hace que me despoje de mi rebeca y deje al descubierto mis brazos al sol.

¡Qué grande se ve la playa cuando no es verano! Es inmensa, entremezclando el tono caramelo de la arena con el azulado grisáceo de sus aguas rebeldes azotándo las rocas.

Me quito los zapatos y los calcetines y me siento en la arena cara al mar. Cierro los ojos y respiro profundamente llenando al completo mis pulmones del aire que proviene del mar. Inspiro…respiro…inspiro… así una y otra vez me voy emborrachando de este ambiente.

Saco mi libreta y la pluma y me dispongo a comenzar una nueva página en blanco…

Y así comienza mi baúl, espero que os guste.