miércoles, 4 de agosto de 2010

Lo consiguió

Se sentó en aquel banco. No solía hacerlo casi nunca pero en esta ocasión lo hizo. Juntaba sus piernas y las separaba con nerviosismo. Apoyaba sus manos en los muslos y las retiraba. Miraba a su derecha y a su izquierda pareciendo buscar algo que no llegaba a encontrar. Trataba de llenar sus pulmones al completo de oxígeno, y lo soltaba lentamente, cerrando los ojos. Sacó de una bolsa la botella de agua que acababa de comprar en un supermercado. La destapó y sin darse cuenta se la bebió de un solo trago. Jugueteaba con sus pies, los levantaba y los volvía a bajar; los entreabría y los volvía a cerrar. Bufaba se mesaba el pelo…


No sabía qué hacer ya para tranquilizarse, se encontraba inquieto aunque en el fondo tampoco quería dejar de sentirse así porque sabía el origen de tal situación.

Fue la primera vez que la había visto de diferente manera. No lo podía llegar a entender si se llevaban conociendo un montón de tiempo cómo podía haber ocurrido tal cosa. Eran amigos, o algo más que amigos y no se habían dado cuenta antes o lo habían ocultado hasta entonces. En fin, quizás todo el mundo al final lo comprendiese, aunque fuese una situación atípica y fuera de lo normal.

“Que no, que no, es lo que tenía que haber hecho hace mucho tiempo, si el cuerpo me lo estaba pidiendo lo que no me explico es cómo he tardado tanto…”

Volvió a mirar a su alrededor por si se acercaba alguien. Escuchó unos pasos acercarse pero no le inquietaron. Escuchó susurros que se le acercaban… cada vez estaban más cerca de él, más cerca… más cerca.

-Lo sentimos pero nos debe acompañar. Le dijeron.

-¿A dónde?-Preguntó.

-A comisaría. Ha sido usted denunciado por intento de asesinato y todas las pruebas están en su contra. Alargue sus manos que tenemos que colocarle las esposas.

Levantó sus manos y se las acercó. Lo esposaron. Al colocar sus manos en la espalda dejó al descubierto la camisa que estaba completamente cubierta de sangre, fiel reflejo de lo que había cometido. Se encogió de hombros y caminó con la cabeza alta, orgulloso por el crimen que había cometido contra su mejor amigo.

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