martes, 10 de agosto de 2010

¿Qué siento?


Indiferencia, dolor resignación… Mis labios no pueden expresar lo que siente mi cabeza.
¿Dudas? Son una posibilidad.
¿Tristeza? Es la que embarga mi corazón en estos instantes.
¿Frustración? Puede, pues nada de lo que me propongo o digo sirve.
Mis palabras hechas gritos, salen de mi garganta a toda velocidad pero impactan en un gran muro. Rebotan, rebotan y chocan contra mi cara. Vuelven a salir y ocurre lo mismo. Así una y otra vez. No lo entiendo, parece que estoy sumergida en uno de esos castigos que imponían a los dioses en la mitología.
Booom, booom, el martillo golpea el yunque. Booom, booom, golpe tras golpe mi corazón se va dañando. Booom, booom booom…
Dibujo en mi rostro que no pasa nada aún sabiendo que el dolor y el sufrimiento me embarga. ¿O es indiferencia? ¿O es resignación?
Indiferencia sé que no lo es ya que si no resbalaría lo que me llega y no entrarían en mi ser ni me arañaría las entrañas.
Resignación quizás sí, que aún sufriendo me conformo y no hago nada por evitarlo.
Quizás me lo merezca. Quizás sea ese el paso que deba pagar para atravesar el gran lago que tengo que cruzar; pero el camino va dejando demasiados cristales que se me clavan y hacen que sangren mis pies.
Puede que no llegue a cruzar el gran lago porque acabe desangrándome.

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