lunes, 21 de noviembre de 2011

EL AIRE DEL ACANTILADO



   Se encontraba allí, aquel día soleado pero ventoso, desnuda contra el viento con los brazos abiertos en cruz. Se sentía importante, se sentía feliz. El aire llenaba por completo sus pulmones. Estaba plena, llena de vida. No necesitaba nada más, allí era ella, era única. Su cara dibujaba una sonrisa, la más bella sonrisa que jamás había tenido en su rostro. Allí se camuflaba con la naturaleza, era un elemento más de aquel hermoso paisaje. Al igual que los pájaros abrían sus alas para volar, ella lo hacía con sus brazos. Sentía envidia de aquella cualidad de la que ella carecía. Deseaba imitarlos. Desde siempre pensó que los pájaros eran los animales más afortunados del mundo y los más libres de todos los que existían ya que eran los únicos capaces de llegar casi a tocar el universo con un simple batir de sus alas. Pero en aquel momento ella era feliz, se sentía un pájaro más, un ser libre, lo tenía todo sin necesidad de nada material , nada tangible. Cerraba sus ojos , se sentía plena, realizada. No sabía cuánto tiempo duraría ese instante pero eso no le preocupaba. Absolutamente nada podía perturbar tan dichoso momento. El aire acariciaba su rostro y peinaba sus cabellos rojizos.
En ese cuadro, en su cuadro , en el cuadro que protagonizaba, ningún pintor podría haber dibujado mayor felicidad de la que sentía.
 Dichosa ella por poder alcanzar ese momento. Ojalá todos pudiésemos llegar alcanzarlo.

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